viernes, 19 de septiembre de 2008


Observo la media botella de agua que aun le quedaba... Ya se había quitado el amargo sabor del vomito de la boca, asi que ya no tenia sentido seguir con ella. Entró en el bar mas cercano tirando la botella al suelo, y salio con otro cubata en la mano. Siempre había creído que el alcohol era capaz de ahogar todas las penas, ahora, ya no lo tenía tan claro. Se planteo volver al bar en el que había dejado a sus amigos, pero ante la imagen de ver a cada uno de ellos enrollándose con una desconocida-de-noche-de-juerga, la descartó rápidamente. Finalmente, se decidió por volver a dar una vuelta por la zona de bares.Desde luego, era una noche triste, en todos los sentidos. El suelo aun estaba mojado por el repentino chaparrón. A pesar de ser aun pronto para poder considerarse tarde, muchos de los bares medio vacíos, ya empezaban a cerrar sus puertas. Apenas si quedaban borrachos durmiendo la mona en los pequeños fragmentos de césped húmedo en los que acostumbraban a apiñarse durante las noches que duraban las fiestas.Miraba a la gente entrar y salir de locales, unos riendo, otros simplemente charlando, algunos, tan borrachos que eran incapaces de hacer cualquiera de las dos cosas. Pero todos en grupo.El se notaba borracho, mucho, quizás demasiado, pero extrañamente, aquella noche el alcohol no estaba realizando su tarea. Siguió caminando sin rumbo por las calles medio vacías, y sin darse de cuenta de como, llego a la plaza, dándose de morros con aquel viejo edificio. No quería verlo, era lo último que necesitaba aquella noche. Sabía lo que iba a pasar, y no quería que sucediese, aun así, se sentó en el banco mas cercano y se quedo observando sus puertas... Ni recordaba la de veces que había contado aquella divertida historia que tuvo lugar dos años atrás... Se echo a reír mientras la primera lágrima le bajaba por la mejilla...Para variar, se había equivocado, creía estar de nuevo preparado. Pero no era así. El llanto no tardo en ahogar sus risas. Cogió el móvil y empezó a escribir. Finalmente, pulso enviar... Sabia que no debía hacerlo, que no tenia sentido, pero lo necesitaba, aunque no fuese a recibir respuesta... Al fin y al cabo, los muertos no escriben mensajes.





TEXTO: Alberto.

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